jueves, febrero 24, 2005

 

La UOE, los buceadores de combate...y Loopster (él sabe porqué)

Puesto de Mando marroquí. Sector de Playa Mavián. Isla de Almadán. 10 de enero de 2.014. 04.25.

- ¡¡Once minutos!! – el teniente Aláiz comunicó a sus hombres el tiempo que les quedaba, una vez que terminaron de colocar todas las cargas.

Ahora empezaba la parte más complicada. El resto de fuerzas del centro de mando marroquí ya sabían que estaban siendo atacados y por tanto la sorpresa se había desvanecido. Ahora tenían que intentar salir lo antes que pudieran y reunirse con los Pirañas que vendrían a rescatarles. Había que darse prisa y sobre todo, defenderse con todo lo que tuvieran a su alcance.
Se detuvieron unos metros detrás de la última puerta que les separaba de la salida. En previsión de que la hubieran obstruido, prepararon la carga de explosivo Semtex que tenían prevista para este caso. Pegaron el cono explosivo y marcaron un retardo de veinte segundos. En principio debía ser medio minuto, pero todo el tiempo que se pudiese ganar, sería perfecto. El teniente Aláiz miró de nuevo el reloj. En ese momento, los Harrier AV-8B Plus del R-11, y los Tigres HAD del L-61, estarían sobrevolando la zona y preparados para entrar en acción. El plan era que, al conocer los marroquíes que el centro de mando de Playa Mavián estaba siendo atacado, provocaría que las unidades blindadas y mecanizadas se movieran en su socorro. Eso les haría abandonar sus posiciones camufladas y preparados para eso, estaban al acecho los Harriers y los Tigres. La explosión de Semtex fue bastante fuerte, pero a pesar del humo, los hombres del equipo salieron en abanico buscando las esquinas y columnas que les sirvieran de parapeto. En ese momento, dos segundos más tarde de la explosión y cuando comprobó que sus hombres estaban todos colocados, les chilló por el micrófono.

- ¡¡Todos a posición Romeo Uno!! – comunicó el teniente haciéndose oír por encima del humo y del ruido.

Como resortes, todos ellos salieron en zig-zag y con las armas apuntando al frente y a los flancos hacia la posición primera de recogida establecida. Los dos últimos hombres del equipo iban soltando botes de humo para entorpecer al máximo la visión de los marroquíes, además de haber colocado un par de trampas explosivas en el cruce de pasillo y esquinas. El teniente Aláiz se volvió a mirar a los dos últimos hombres. Si no fuera por los bastones de Cyalume de luz infrarroja que llevaban en los cascos y correajes, ni siquiera los podría ver. Los uniformes grises y con tratamiento especial, les confundían con las sombras. Además de eso, el polvo y el humo de las explosiones, hacía imposible la visión sin gafas especiales. En ese momento, alcanzaron el último escollo. Un pequeño patio en donde una decena de soldados marroquíes se parapetaban. El teniente se tomó un respiro y miró a su equipo.

- Calvo, tú y tu equipo por la derecha, yo por la izquierda. Fuego a todo lo que se mueva y a correr...¡¡¡Ya!!!

Como un único hombre, los ocho del equipo, se lanzaron soltando todo el poder de sus armas de forma escalonada para no quedarse en ningún momento sin fuego de cobertura.



Puerto Deportivo de Playa Mavián. Isla de Almadán. 10 de enero de 2.014. 04.26 horas.

Un segundo antes de oír el silbido de los aviones, explotó la bomba. Apenas cinco segundos después, otra más. Y tras esta, se empezaron a oír los rotores inconfundibles de los Tigres, que se lanzaban desde las sombras de la noche sobre los blindados marroquíes. Era el momento. Los hombres del teniente Ignacio Gómez se dirigieron a la edificación que estaba marcada por inteligencia como la Unidad de Mando de la compañía mecanizada que mantenía su guarnición en el puerto deportivo. Cuando se aproximaban a la edificación, varios soldados marroquíes les salieron al paso. Sin mediar palabra los P-90 con silenciador de los buceadores españoles, derribaron a tres de ellos, mientras el cuarto lograba parapetarse detrás de un banco de paseo. De nada le sirvió. Una granada que lanzó el mismo teniente Gómez, terminó con él.

En el cielo, los helicópteros Tigres HAD seguían volando y atacando a los blindados marroquíes que se dejaban ver. Al menos un par de BTR- 80, un camión de transporte, un BRDM y dos carros de combate, yacían envueltos en lánguidas llamas. Los hombres del teniente Gómez, avanzaron en abanico tomando las posiciones que habían ocupado los soldados marroquíes recién abatidos. Desde allá se dominaba la entrada al puerto deportivo, pero hacía falta asegurar el edificio de mando de la compañía marroquí, y que se elevaba justo a sus espaldas, para tener toda la visión del puerto desde una cierta altura. Dos hombres con lanzagranadas dispararon tratando de introducir los proyectiles por las ventanas. Uno de ellos lo consiguió, provocando una fuerte explosión en su interior. Tras la detonación, y mientras que una parte del equipo subía hasta la azotea del edificio que dominaba toda la extensión del puerto deportivo, el otro terminaba con los escasos supervivientes de la explosión. Habían finalizado la primera parte de su cometido. Ya solo quedaba, asegurar la entrada de hombres que reforzaran la posición. Para ello, había que controlar ese edificio.
Subieron por la escalera metálica del exterior, disparando a los marroquíes que en completo desorden, intentaban hacer frente al ataque. Un minuto después, y tras un intenso tiroteo, el teniente Gómez llegó hasta el final de la azotea mientras los ocho hombres de su equipo se repartían por toda ella. Desde allí, observó como el equipo del sargento Ríos, en la parte del puerto cercana al rompeolas ocupaba las posiciones previamente convenidas. Era el momento.

- Aquí elemento de mando Bravo Charlie. Equipos Uno y Dos en posición. Solicito fase Delfín y fase Águila. Repito, solicito fase Delfín y fase Águila.

Cuando cerró la comunicación, empezó a sentirse cansado. No habían sido más de cinco minutos de total estrés, pero lo empezaba a notar. Miró a sus hombres, y les sonrió. Lo habían conseguido. En ese momento, cuatro lanchas neumáticas Supercat, y dos helicópteros NH-90, se estarían deslizando en mitad de la noche y del agua, para reforzar la posición que acababan de asegurar los buceadores de combate. Mientras, el bombardeo naval, había dado paso al sonido de los aviones y helicópteros de combate, lanzando bombas y misiles. Apoyó la espalda y se frotó los ojos mientras comprobaba el estado de su cargador. Solo quedaban tres minutos para que los refuerzos llegaran.

Esperaba, que los dos Harrier y la pareja de Tigres HAD que seguían sobrevolando la posición después de haber dado cuenta de algunos de los blindados y pelotones de la compañía que protegía el puerto deportivo, fueran suficientes para contener la embestida que los marroquíes sin duda, estarían ya preparando. Miró a sus hombres y respiró. Sonó una nueva explosión y el olor a combustible quemado les volvió a llegar. Indudablemente, otro vehículo marroquí, había sido alcanzado.

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