lunes, febrero 21, 2005

 

Combate en Gibraltar.

Mar Mediterráneo. Estrecho de Gibraltar. 7 de enero de 2.014. 07.16 horas.

El capitán Díaz de Alonso vio como los tres misiles Exocet blanqueaban el amanecer tibio y salían dejando una estela buscando al L-61 Juan Carlos I. Habían derribado a dos Mirages pero no habían podido evitar que los otros que portaban misiles antibuque los lanzaran. En su pantalla se distinguían muy fácilmente los aviones españoles que ya estaban a punto de llegar. Sin embargo, los marroquíes estaban intentando dar la vuelta y juntarse con ellos para evitar que los españoles les pudiesen lanzar sus misiles. En la confusión, podían derribar a un amigo, en vez del objetivo realmente propuesto.

- Larra, muy bien ese lanzamiento. Ten cuidado y no pierdas la formación. Tenemos que evitar que estos cabritos se mezclen con nosotros. Tengo a otro en lock-on y no quiero sorpresas. Pégate a mi.
- Roger Pepo. No me muevo.

El capitán Díaz de Alonso intentó ascender de nuevo aprovechando la velocidad y maniobrabilidad superior del EF-2000 con respecto al Mirage 2000. Por ahora no había sido iluminado, pero quizás no tardaría en ello. Su computadora le avisó que ya tenía enganchado a otro objetivo, el que se acercaba más directamente, que empezó a ascender también tras ellos.

- Larra, rompe a la derecha y para abajo en cuanto te diga. Pero a carajo sacado. No podemos dejar que nos cojan. Mete toda la potencia...¡Ahora!

Los dos EF-2000 hicieron un viraje cerrado a la derecha aprovechando su alta velocidad de giro y la maniobrabilidad supersónica que permitía en esta operación. El capitán Díaz de Alonso conocía a su aparato y a los Mirages 2000 marroquíes por haber participado en maniobras con pilotos franceses principalmente. Sabía que aquí les sacarían ventaja y además, podrían situarse en posición de disparo. Miró hacia atrás y vio a su compañero, un poco más alto de lo normal, pero en posición. Estaban en velocidad superior a Match 1.5 y notaba la agobiante presión. Sin embargo, alcanzó a ver con el rabillo del ojo a los dos Mirages 2000 retrasándose. Respiró con profundidad. El mar se acercaba terriblemente rápido y decidió enderezar con suavidad, a la vez que reducía velocidad, mientras controlaba con la vista como los dos Mirages 2000 marroquíes les superaban y seguían ascendiendo mientras trazaban un círculo más amplio que ellos. Había conseguido una ventaja importante para efectuar el lanzamiento. No lo pensó más y apretó de nuevo el disparador en cuanto su avión se estabilizó y pudo dirigir el morro en la dirección de los dos aparatos marroquíes que ya comenzaban el descenso. El Iris-T salió dejando una estela tras él. El Mirage 2000 marroquí empezó las maniobras de evasión mientras lanzaba chaffs y bengalas. La distancia de lanzamiento era muy corta y no consiguió engañar al misil lanzado por el capitán Díaz de Alonso. Poco después, explotaba destrozando la cola y los estabilizadores, aunque permitiendo que el piloto saltara en paracaídas. El otro aparato se lanzó hacia la costa con los posquemadores encendidos y rozando el mar.

- Lo tengo en lock-on. Pepo. Voy a dispararle. – el teniente Larraínzar apretó el disparador y otro Iris-T salió en pos del marroquí que enfilaba la costa africana.

Ambos se quedaron viendo como tras dos maniobras de evasión muy cercanas a un saliente rocoso de la costa, el Iris-T agarró la estela de una de las bengalas y explotó en el vacío, sin alcanzar al Mirage 2000 que se perdió de vista. Esta vez, había tenido suerte.

- Déjalo Larra. Vamos a centrarnos en los otros.
- Pepo, los otros dos marroquíes están con los Bravos y Cristal. Creo que no debemos preocuparnos.
- Roger Larra. Sigue a mi lado. Tengo poco combustible, ¿cómo vas tú?.
- Muy justo. Creo que debemos regresar.

El capitán Díaz de Alonso hizo los cálculos y no le salían los números para alcanzar ni Morón, ni Rota. Solo quedaban Ceuta y Gibraltar como aeropuertos seguros. Ceuta, significaba pegarse demasiado a la costa africana y ponerse quizás a tiro de misiles tierra – aire. No le gustaba en absoluto la idea.

- Larra. Nos vamos a La Roca. Yo no llego a Rota ni a Morón. Ceuta, esta muy cerca del territorio comanche. No me gusta.
- Roger Pepo. Comunícaselo a Ardilla y a Nutria, no sea que haya problemas.
- Ardilla, aquí Piedra Uno. Bingo fuel. Repito Bingo fuel. Necesito permiso para aterrizar en Gibraltar. No llegamos ni a Rota ni a Morón.
- Negativo. Los llanitos no quieren saber nada de nosotros por ahora. Hay que probar Ceuta.
- La pista de Ceuta es muy corta. Insisto con el permiso de Gibraltar. No hay más salida. Existe además riesgo de misiles tierra – aire o fuego antiaéreo.

No hubo por momento respuesta y el capitán Díaz de Alonso miró como su indicador de combustible seguía descendiendo. Redujo velocidad y buscó tomar la dirección del viento que les empujaba directamente hacia el noreste. Ceuta, quedaba a la derecha, en contra del viento y con el peligro del fuego antiaéreo. Con tan poco combustible, un disparo de una batería antiaérea marroquí, haría que no pudieran apenas maniobrar.

- Piedra Uno, aquí Ardilla. Gibraltar nos pide que no aterricemos allá. No quieren verse envueltos en esto. De todas formas, estamos hablando con ellos.
- Negativo Ardilla. Vamos para Gibraltar, no podemos arriesgarnos a que nos lancen un pepino y solo poder saludarle. Inténtalo de nuevo, por favor.
- Roger, Piedra Uno. Estamos en ello.



Mar Mediterráneo. Estrecho de Gibraltar. 7 de enero de 2.014. 07.22 horas.

Aquello se había convertido en una pelea cerrada. El teniente coronel Tahar, sabía que tenían las de perder pero había que encontrar como salir de allá. Un misil Mica lanzado por su compañero a uno de los EF-2000 que se habían presentado de improviso, había conseguido derribarlo. Sin embargo, ahora tenían a los tres restantes justo detrás, intentando vengar el derribo y muerte de su compañero. Si conseguía mantenerse en un combate cerrado, estarían relativamente a salvo, porque no se atreverían a disparar y causar una baja amiga. Con tranquilidad, y muchas dosis de frialdad, tenían que intentar llevarles hasta las cercanías de la costa africana para una vez allá buscar refugio en las elevaciones que ya conocían. Con suerte podían salvarse. Miró hacia atrás y vio a su compañero, que ya llevaba bastante tiempo nervioso al ver a los tres EF-2000 desordenados pero rozándole su cola, que sin comunicárselo, se desviaba y tomaba otro rumbo, intentando bajar a ras de agua en un picado bastante vertiginoso. Tan solo sabía que decía le habían alcanzado con una ráfaga, pero a él le parecía que de ser cierto, no podía haber sido muy grave. Eso les dejaba en solitario a ambos. Los españoles ya solo tenían que recomponer la formación y aplacar las ansias de derribo. Quizás ya solo era cuestión de tiempo.

- ¡Tigre Dos, mantén la formación!. ¡No la rompas! – le chillo casi por el micrófono, mientras observaba como los tres EF-2000 se retiraban, reducían velocidad y seguían a su compañero. Le extrañó que ninguno le siguiera a él. Algo se le escapaba.

Era extraño, había estado casi ausente pero de pronto se percató de la situación. Su alertador RWR llevaba sonando alrededor de un par de segundos comunicándole que estaba siendo iluminado por la cabeza buscadora de un misil. No se había percatado, concentrado como estaba en los EFAS que les seguían. Miró a su pantalla y comprobó como los dos Harrier del portaviones español estaban tras él. No muy cerca, pero lo suficiente como para poder dispararle con tranquilidad. Sin duda habían esperado la oportunidad, y el error de su compañero, podía causarle la muerte. Maldijo para sí.

Realizó un viraje muy cerrado a la izquierda pensando en ganar terreno para acercarse a la costa africana y a la vez poder burlar a los Harriers que con bastante menor velocidad, se quedarían atrás sin duda. Miró nerviosamente y vio en efecto como los dos Harriers se quedaban retrasados, aunque el avisador de que le estaban iluminando, no se detenía. Picó aún más hacia el mar para luego enderezar el rumbo bruscamente otra vez a la derecha. Ya tenía cerca la costa y posiblemente encontraría algún monte para asegurarse una sombra radar que le ayudara a despistar a los aparatos españoles.

Sentía el peligro muy cerca y tenía que hacer un último esfuerzo que le permitiera deshacerse de la molesta presencia de los dos Harriers españoles.



Mar Mediterráneo. Estrecho de Gibraltar. 7 de enero de 2.014. 07.23 horas.

El teniente de navío Pelayo García Hontiyuelo tenía en su radar de tiro al Mirage 2000 que parecía el líder de la formación marroquí. Habían sabido esperar y aprovechar como los nervios habían terminado por traicionar al compañero de ese piloto. Tres o cuatro ráfagas de cañón, que según decía Cristal Uno le había tocado, había sido quizás el detonante.

- Le tengo lock-on. Voy a dispararle. Anunció el teniente de navío a su compañera.
- Pues bájalo. Ahora es el momento. – le contestó con la voz nerviosa y tensa.

La velocidad del cazabombardero enemigo era superior y quizás no habría otra oportunidad como decía su compañera. Observó como el piloto marroquí seguía haciendo virajes cerrados y acercándose a la costa africana. Le pareció demasiado peligroso adentrarse allá en vuelo bajo y quedarse a merced de un misil tierra – aire lanzado por cualquier infante. Aquella posibilidad, empezaba casi en ese instante, y aumentaría, a medida se acercaran a la costa marroquí. Había que derribarlo antes de que ellos se pusieran a tiro de nadie. El teniente de navío pensó, además, que debía bajarlo como fuera. Había lanzado un Exocet contra la flota y muchos infantes de marina españoles, podían morir. Apretó dos veces el disparador, y sendos Iris-T fueron en busca del aparato marroquí dejando la estela en las primeras luces del día.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

¡Recomienda esta página a tus amigos!
cortesia de miarroba.com

Powered by Blogger

 Bitacoras.com
imagen

directorio de weblogs. bitadir
Conoce más de las bitácoras